El día 3 de mayo de 1962, el haitiano Clairvius Narcisse fue declarado muerto y así consta en el certificado expedido a tal efecto. Clairvius murió tras una crisis respiratoria provocada por lo golpes recibidos de su propio hermano en una pelea. Tras varios días de agonía, en los que se debilitó alarmantemente y sufrió de espasmos sanguinolentos, terminó siendo enterrado en el cementerio de su aldea.
El día 26 de enero de 1980 un hombre, que llama la atención por ir casi desnudo y aparentemente en estado de shock, llega a la aldea. La policía le pregunta y dice ser Clairvius Narcisse, añadiendo además que ha sido desenterrado, golpeado y obligado a ser esclavo en una plantación. Y lo más curioso es que después se demuestra que la historia que cuenta es real.
Clairvius fue hospitalizado y llegó a recuperarse bastante, aunque no del todo. Entonces pudo aportar más datos a lo narrado anteriormente, como que había sido sometido a vudú para que su cuerpo se diera por muerto. Contó que, aunque no podía moverse debido a la parálisis que sufrió, sí que podía oír todo lo que ocurría a su alrededor hasta que lo enterraron; que intentó pedir auxilio pero le fue imposible; que vivió el terror de sentirse bajo tierra sin saber cuánto tiempo permanecería allí.
Luego siguió narrando cómo trabajó sin descanso hasta que su “amo” murió y entonces tanto él como otros como él, otros zombies, comenzaron a caminar sin rumbo… Entonces fue cuando Clairvius llegó hasta su aldea.
Según los estudios que se le practicaron, Clairvius Narcisse fue intoxicado con una combinación de fármacos, con una neurotoxina que afectó gravemente a su sistema nervioso, para que llegara a parecer muerto, y luego le dieron una especie de pasta fabricado de Datura, lo cual le produjo un intenso atontamiento y periodos de amnesia. Al morir el llamado Bokor, el amo que lo mantenía bajo su control, y cesar la administración de aquello que lo mantenía drogado, pudo recuperar la suficiente consciencia como para volver a la aldea. Eso si, tuvo la precaución de esperar a que su hermano, al que consideraba culpable de sus males, hubiera ya pasado a “mejor” vida.
Después de leer esta historia es fácil comprender el porqué en Haití existe la costumbre de rematar a los familiares declarados muertos, llegando para ello a dispararles en la cabeza o a decapitarlos, impidiendo así que lleguen a convertirse en zombies.
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